Rosario Central ganó 4 partidos en el arranque del Apertura. Está puntero cómodo con una nueva camada de jóvenes de inferiores rosarinos. Sin grandes nombres, los 11 que elige Cuffaro Russo, ex mano derecha del gran Zof, demuestran domingo a domingo que intentan pelear bien lejos del fondo de la tabla.
“Vamos, vamos los pibes”, gritaba la tribuna de la Academia de cara al campo de juego luego de la victoria 1 a 0 frente a Chacarita con gol de E. Zelaya. La historia del fútbol demuestra que los equipos se construyen con hombres. Los técnicos más reconocidos hablan de un estado ideal con una una mezcla entre los viejos y los chicos. El plantel de Central tiene un promedio de edad que no supera los 20 años. Se desprendió de viejas glorias como Ezequiel y Kily González con los que terminó jugando la promoción. Hoy son Paglialunga, Burdisso, Zelaya y Gómez los que dieron vuelta la tabla.
Con un proyecto alimentado por buenas semillas y basado en un técnico con ojo, se puede jugar bien al fútbol, tener suficiente desfachatez para ganarle a un grande como River y sobre todo ilusionar a su gente luego de cuatro victorias en el comienzo del Apertura. ¿Será suficiente para espacar del descenso?
El contexto empuja con ilusión a los pibes, hinchas y dirigentes de Central. Tal vez los éxitos de Lanús y el Tiki Tiki finalista de Huracán les den esperanza a los denominados "equipo chico". El campeonato argentino es impredecible. Todo cambia fecha a fecha en los Torneos cortos. Es impensado que en Ligas europeas como la Premier o el Calcio, los equipos con menos recursos y presupuesto le quiten campeonatos y puestos de Champions a Inter, Milán, Manchester o Liverpool. En Argentina, el “cualquiera le gana a cualquiera”, está vigente en un fútbol democratizado tanto en la TV como en la tabla de posiciones.
Lo de Central es una muestra más de que en el fútbol no existen las recetas ni las cosas obvias. Los grandes se pusieron viejos y los chicos les faltan el respeto.
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